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domingo, 22 de junio de 2014

De nada me sirven los ismos

No necesito pretextos para decir que soy hombre
porque conozco que el abismo entre las palabras y el silencio,
porque no me interesa la costumbre de mover a las cosas entre nombres.
No me sirven los ismos para reconocer el dolor en una mirada,
en la expresión frustrada del que necio o temeroso desconoce el vínculo.
No me hace falta ningún ismo para diferenciar la tiranía de la confianza,
para saber que la fuerza de un hombre arraiga en la coherencia,
que no hay caricia que supla la ausencia, de quien escapa entre rutinas.
No necesito de un ismo para embriagarme en vuelo abstracto,
con la belleza cruda que irradia candente, sutil e imponente; lo femenino.
No hay ismo que no ensucie el puente límpido, el contacto cabal,
la necesidad primordial de una comunicación sin violencia.
No hay ismo que pueda contra el miedo sinó encubrirlo,
no hay transformación por reemplazo, ni libertad por sustitución.
Nunca serán suficientes palabras para hacer cultural al misterio,
ni suficientes personas para pronunciarle su nombre.