Ya sé, el ratón que se muerde la cola; las palabras.
La perturbación obsesiva por ese algo determinante que las subyace.
Mi vocación por perderme en todo mar de laberintos.
Mía.
Que no era mi intención,
O aunque mi incapacidad,
el saberlo no me alcanza.
Hay algo nuevo, algo cambió,
o al menos eso creo.
Una balsa, que tal vez no haga puerto jamás,
pero por fin lo siento, hago pie:
Te pido perdón, disculpas, lo lamento.