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miércoles, 30 de marzo de 2011
martes, 22 de marzo de 2011
viernes, 18 de marzo de 2011
laberinto
Estaba este tipo que era un emperador de la china, de ese imperio gigantezco. La cosa era que este imperio que le tocó gobernar era tan inmenso, y el tipo estaba tan ocupado gobernándolo, que nunca terminaba de conocerlo. Esto le daba un poco por las pelotas, va, debió darle bastante por las pelotas parece; porque un día no aguantó más con tanto circo y mandó a que le traigan al mejor de los poetas de toda la china. Y si bien en la china no había los mil trecientos y pico de millones de chinos que hay ahora, que había muchos, había muchos y bien disciplinados. En cuanto encontraron al gran poeta, el emperador le encargó que hiciera una poesía de todo su imperio. Pero no cualquier poemita, lo que tenía que escribir era un poema que sea perfecto, que contenga por completo todo lo que la china era. Éste poeta debió ser un gran maestro de las palabras, pero entre nosotros le deben haber temblado un poco los huevos, cuando escuchó decirle al emperador aquél que tenía cinco años para recorrer el imperio, y que si su poema no lo convencía lo iba a pasar por armas. La cosa es que pasaron los cinco años y el poeta volvió. El emperador le preguntó si había escrito el poema, y después de recibir un si por respuesta le pidió con ansiedad que se lo recite al oído. El poeta se acercó y cumplió con lo ordenado por el emperador. Y resultó ser cierto, el poeta era tan buen poeta y su poema tan perfecto, y completo, que en cuanto soltó la última palabra todo el imperio, por completo, se desvaneció. Y del imperio, del emperador y del poeta, no quedó nada, lo que se dice nada.
jueves, 17 de marzo de 2011
miércoles, 16 de marzo de 2011
wu wei I
Ahora no me acuerdo si me dijo Pedro o Tomás. Me contó que se toma un colectivo de Grand Bourg hasta Suárez, de ahí el tren y otro colectivo. Que tiene tres hijos y que están en el colegio. Mujercita de siete, un varón de seis y la nena de cuatro. No se cómo me olvidé su nombre, me lo dijo hoy, pero nunca me acuerdo.
miércoles, 9 de marzo de 2011
una hermosa mentira
Parado sobre la sombra que proyecta la planicie en la cima de la montaña más alta, caminaba Chew, el anciano sin piernas, junto a Yuga, su perro, que correteaba a los saltos a un grupo de alígeros peces voladores sin alas. Después de haber pasado semanas caminando ese día, contaba Nian, el mudo, que al dirigirse hacia Jun, el río torrentoso sin agua, siguiendo el cantar de Xia, el pájaro silencioso; el perro de Chew se detuvo a oler una floresta de peonias sin aroma. Cuando Chew por descuido al caminar hollando el páramo acabó por despertar de su vigilia a la más tóxica de las serpientes sin veneno. El anciano apenas alcanzó a ver el destello de la serpiente sin colmillos, que saltó sobre Yuga. En el aereo camino hacia el perro, la serpiente se transformó en flecha, atravesándolo de morro a rabo, dándole muerte de manera instantánea. Al salir de Yuga la flecha con forma de durazno calló al suelo convirtiéndose en una nube, que en lento descenso se acomodó en lo más alto de la bóveda celeste. Continuaron su camino Chew, junto a Yuga; su perro muerto, hasta las orillas del torrentoso río sin agua. El perro muerto lo cruzó a nado mientras que el anciano sin piernas lo cruzó de un solo salto. Fue Wang, el viejo ciego, quién los vio venir a lo lejos. Fue por Wang, que Nian conoció esta historia y fue Nian quién, a pesar de mi sordera, me la desvelo en su profundidad inagotable ese día en el que contemplábamos el cambiar de los pétalos de una flor inmutable. Tal vez haya sido todo una hermosa mentira. O tal vez la mentira haya de ser esa verdad, este mundo en el que esperamos escondidos, mientras nos corren en círculos dos agujas; que al fin de cuentas se harán saber tijeras.
miércoles, 2 de marzo de 2011
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