Quería salirme del tiempo, de la rutina, de los trabajos, de las familias, de los amigos, de los decires, de todos los escudos y de todas las armas, de todas las memorias; de todos los enamoramientos y de todos los odios, de todos los ejercicios, de todo lo aburrido y de todos los entretenimientos, de todas las subjetividades, de todas las soledades, de todas las formas, de la solemnidad que habita hasta en comprar el pan en la panadería; pararme frente a todas las fuerzas y darles la espalda a todos sus mundos en un salto sin ningún miedo, con la única confianza que da el oído. Quería despedazarme la garganta y el sacro, quería que amar fuera lo cálido y cándido; quería destruir el asfalto y desordenar el adoquín, quería una creatividad sin relojes, quería las palabras que no eran mudas, quería al ser y la verdad escapando de todas las cárceles de papél y a los árboles sin cicatrices. Quería darme, quería darte un darme por completo. Quería elefantes sin cementerios y sin zoologicos y delfines sin collares. Quería que un ojo, un agujero negro o un beso fueran lo mismo, y que todo sea lo mismo. Quería que nada pueda convencerme y saber que lo que quería lo encontré y quería olvidarme que ya no, que se fue.
Acabo de leer una descripción exacta de lo que estoy viviendo. Hermoso.
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