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jueves, 20 de octubre de 2011

entre tantas manchas escondía un ojo


Quería salirme del tiempo, de la rutina, de los trabajos, de las familias, de los amigos, de los decires, de todos los escudos y de todas las armas, de todas las memorias; de todos los enamoramientos y de todos los odios, de todos los ejercicios, de todo lo aburrido y de todos los entretenimientos, de todas las subjetividades, de todas las soledades, de todas las formas, de la solemnidad que habita hasta en comprar el pan en la panadería; pararme frente a todas las fuerzas y darles la espalda a todos sus mundos en un salto sin ningún miedo, con la única confianza que da el oído. Quería despedazarme la garganta y el sacro, quería que amar fuera lo cálido y cándido; quería destruir el asfalto y desordenar el adoquín, quería una creatividad sin relojes, quería las palabras que no eran mudas, quería al ser y la verdad escapando de todas las cárceles de papél y a los árboles sin cicatrices. Quería darme, quería darte un darme por completo. Quería elefantes sin cementerios y sin zoologicos y delfines sin collares. Quería que un ojo, un agujero negro o un beso fueran lo mismo, y que todo sea lo mismo. Quería que nada pueda convencerme y saber que lo que quería lo encontré y quería olvidarme que ya no, que se fue.

1 comentario:

  1. Acabo de leer una descripción exacta de lo que estoy viviendo. Hermoso.

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